Un
día
luego
de
que la noche
me
cubriera con tu piel
y
que tus párpados
olieran
a nuez.
Me
desperté
y
sentí y descubrí
que
tu mano
se
convirtió en sal
que
tu cintura
se
hizo
una
nube gris
que
tus pies
se
transformaron
en
una espuma marina
y
que tu alma
se
escondió
en
una colmena
desconocida
y
para siempre.
Leandro
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