Queridas amigas, sin duda que lo que voy a contar forma parte de una realidad que me ha acontecido estos días y que no ha dejado de motivar mi perplejidad.
Era uno de esos días de verano en que las instituciones educativas comienzan sus actividades veraniegas, luego de que bikinis y mallas se regodean por las playas y mares de diversas latitudes de nuestro querido continente.
En mi caso, merodeaba en un Colegio de la Zona Oeste. Colegio católico por cierto, de nivel medio - bajo económicamente hablando, pero de ajustada enseñanza católica, donde la moral y buenas costumbres “suele ser” algo preponderante por estos Lares.
Las instituciones educativas suelen guardar, en los primeros días de febrero, el clima de las siestas de un pueblo del interior. Poco ruido, poca gente, pocas palabras, algún que otro sonido de alguna mesa examinadora poco frecuentada y el bostezo de algún directivo locuaz.
En una de esas tardes me asomé por una de las aulas y observé el rostro de una juvenil docente ya entrada en carnes. Recordaba que ella siempre solía guardar a comienzos del año pasado, buenos modales, buenos saludos, distancia perfecta para una profesora recatada y con el tono de voz de un padre nuestro frecuentado casi cotidianamente.
En ese instante recordé que ella había solicitado insistentemente que la atendiera- en tiempos de finalización de clase- por un contubernio con una de sus colegas dado que ella recibía en forma particular a algunos alumnos que luego iban a rendir los exámenes previos. Recordé también que no le había dado respuestas al tema y que mi compañero Vicedirector de la encumbrada escuela técnica tampoco.
En calidad de directivo me sentí en falta y hasta pensé para mis adentros como se podría sentir ella por lo ocurrido. Honestamente no sabía como encarar la situación sabiendo además que habían pasado varios meses – al menos dos- de que no había podido lograr un esclarecimiento sobre el tema en cuestión.
Observe primero que en la silenciosa escuela, en esta época estival, había pocos alumnos en las aulas, y solo dos preceptores. Tome coraje y le dije a uno de ellos que cuando la profesora se desocupara que por favor viniera a verme.
Queridas compañeras de esta estación de siempre de viaje, debo confesarles que me dio pena por ella no haber aclarado la situación y temí que se enojara conmigo por no haber generado una instancia de diálogo donde según ella “ se había dañado su buen nombre, su historia y su ser persona” .
Me sentí mal y dije para mis adentros: ¿como voy hacer ahora?¿ Que me irá a proponer? ¿Aceptará la nueva reunión?¿Donde podré hablar tranquilo con ella?
Mientras el vapor del piso se elevaba entre mis piernas y el silencio sórdido de una siesta de pueblo me rodeaba, ella apareció.
Titubeé unos instantes, porque la noté raro, no sé que era. No me pregunten, algo había raro en el clima y diferente en ella.
Fuimos caminando por las galerías del segundo piso de esta escuela de Ciudadela. Mi preocupación era como se sentiría, como estaba después de los encontronazos con sus colegas a fin de año. Me cuestionaba que me iría a decir por mi poca prestancia a sus requerimientos de hacer la afamada reunión. Se me ocurrió que para distender podría empezar con las vacaciones.
- ¿Que tal las vacaciones?
- Bien con calor ¿Y vos?
- Bien por suerte.
- Pudiste ir algún lado. No, no pude.
- ¿No pudiste irte con tu nene?
- No, no pude tuve otros gastos.
Luego de este dialogo cordial y ameno y buscando prepararme para afrontar la cuestión, la invité a pasar a la sala de profesores que estaba vacía.
El sol entraba por la ventana y daba sobre la mesa.
El calor era agobiante, y el silencio adquiría una densidad importante.
Con cierto temor seguí el diálogo porque me preguntaba como iba hacer para entrar en la cuestión. Primero le pedí disculpas por no haber hecho la reunión solicitada.
Inmediatamente ella interrumpió el diálogo y me dijo:
- No pude irme de vacaciones porque me hice un implante. Y sonriendo una estrella brilló de su dentadura superior.
En seguida pensé que no había escuchado de mi, el pedido de disculpas, y pensé para mis adentros: “quizás hablé en voz baja” “claro, cuesta cara un emplomadura, imposible de vacaciones, pero que raro” .
Ella interrumpió mis cuestionamientos internos diciéndome de inmediato:
- Me hice dos implantes. Leandro ¡¡me hice las tetas!! ¡¡Mira como me quedaron!!!!!.
-
Y dos bolas gigantes se apoyaron al instante en la mesa larga y marrón en la solitaria sala de profesores.
El sol era espeso, unos ojos habían clavado la vista en mí y dos cosas redondas se habían estacionado sepulcralmente sobre la mesa.
Por un instante perdí la noción del espacio y el tiempo, creí estar en otra capa atmosférica, los oídos se volvieron sordos. Pasé de la sorpresa, a la desazón. De la seriedad, a la comicidad.
Pero me preguntaba: ¿que le digo a esta profesora que me dijo que se hizo las tetas?
Luego me hice la pregunta que todos los paranoicos directivos nos hacemos: “Esta mina: ¿que está buscando? Estoy solo. ¿Cómo sigo con esto?- pensé para mis adentros.
Tantas cosas pasaron en un instante que parecía una eternidad, porque la conversación debía continuar dado que yo la había citado para conversar y aclarar un tema no precisamente de tetas. Aunque aparentemente ese era el tema en cuestión en el día de la fecha.
El breve silencio se estiró por poco tiempo.
Una voz frente mío me dijo:
- ¿Me quedan bien?
Opte por un silencio como respuesta. No había nada más que decir, esa era mi respuesta, el silencio. Si quería algo de mí iba a ser complicado con ese planteo lograrlo.
Atónito por todo lo que había sucedido decidí el silencio y le dije que en cuanto podamos haríamos la reunión con sus colegas.
A lo que respondió:
-No hace falta ya pasó tiempo. Nos estamos viendo, chau Leandro.
Y una silueta se apartó de mi vista dejándome los ojos sostenidos en vaya a saber que lugar.
Queridas compañeras de este chat virtual debo contarles que esto no terminó allí. Esta compañera docente a la mañana siguiente levantó su remera en sala de profesores del colegio católico de la zona Oeste y dijo:
-¿Me hice las tetas que tal me quedan?
Creo que en aquella noche los alumnos estuvieron preparando afiches de comienzo de clases para pegar en las paredes lindantes a la escuela con el texto:¡ Extra extra comienzan las clases y la profe se hizo las tetas! Y la escuela estariá abarrotada a la mañana siguiente de alumnos para inscribirse y de padres y madres diciendo ¡Que horror, lo que pusieron los chicos! ¡Como esta todo hoy! ¡Todo es un desastre!
En seguida y volviendo al tema nuestro y a razón del calido encuentro de hoy me preguntaba:
¿ La gallina de Clarice, se podrá hacer las tetas? ¿Podra volar con tetas una gallina o se derrumbará por el peso? De todos modos, ¿Unas buenas tetas ayudarán a que vuele? Y si usa corpiño ajustado y se hace una operación vaginal estética ¿podrá salir de la inmundicia vacuidad donde ha comparecido durante siglos, será ese el camino o lo que despierte cierta reflexión por parte del público observador de “gallinas” ?
Luego de que la profesora curvilínea, de molares brillantes y de tetas rugientes se había retirado de sala de profesores, me senté en mi escritorio de directivo algo consternado sobre el problema de la masculinidad y la femineidad y empezaron a rondarme varias preguntas entorno al tema:
¿Se hablará en las escuelas sobre la posibilidad del injertó de varios clítoris? O ¿del hombre que se injertó dos penes como nueva fórmula de lo masculino?
Me lo imaginé a Ricardo Fort, con Marcelo Tinnelli, Jorge Riall, Miguel del Sel y Martin Redrado y Luciana Salazar con el slogans “ Haciendo la educación mas Pro” recorriendo escuelas, y un hombre semi desnudo, junto a una mujer balanceándose con una soga en los patios de los centros educativos diciendo: “Hablemos de lo masculino y lo femenino ya!!.” TN en vivo desde las escuelas! Radios y medios recorriendo Buenos Aires y el conurbano en el gran avance educativo
Y también me imaginé a algunos curas que no saben que hacer, ni con lo uno, ni con lo otro devorándose nuevos manuales de sexualidad, no tanto para saber haber como sigue la cultura y la sociedad sino porque algo curioso…. se les despertaba….y le hacia cosquillas en la panza.
Me preguntaba: ¿Como serán los próximos contenidos curriculares de educación sexual?:
Me imaginaba que quizás algunos pensarían que de ahora en más, habría que enseñar a los futuros egresados que las prótesis peneanas o los masajes elongación u otras yerbas ayudarían a un mejor concepto sobre lo que se conceptualiza por masculino.
Me cuestionaba también si los grandes pedagogos como los de la época de los 90 florecerían con la última teoría peda-gógica afirmando que la que tiene las carnes más apretadas y otras exhuberancias al rojo vivo es por ello mas femenina.
Pensé en los nuevos contenidos no solo en Salud y Adolescencia, sino también en las materias económicas y los asientos contables sobre los implantes- no dentales- y otras cuestiones. Los alumnos aprendiendo más que nunca -pensaba yo- y la deserción cero comenzaba a ser una realidad.
Todo un cambio pedagógico por cierto y un movimiento sobre cursos de perfeccionamiento docente digno para un Marketing educativo. Nombres nuevos de carreras nuevas Universitaria o posgrados: “ El hombre, la mujer y las tetas y la cresta mas larga (queda feo decir otra cosa…)” Muchos académico se propondrían para el tema.
Grandes “Doctores” del tema implementarían Jornadas sobre el tema y las editoriales verían crecer sus libros y lectores, algunos onanistas y otros que ven crecer su saber.
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Sinceramente me imaginé una escuela diferente y como verán un debate amplísimo y muy enriquecedor por cierto sobre la definición de lo masculino y lo femenino. Aún hoy creo que el debate tiene este transfondo.
Luego de que mi mente rodara en mi escritorio con todas estas cosas decidí partir.
Ciertamente, esa tarde salí de la escuela de Ciudadela a las 16.30, rumbo a la estación de tren.
Algo importante me esperaba en mi casa de Almagro a las 18. 00 hs.
Al cruzar la calle sonaban las campanas de la Iglesia parroquial.
Unas señoras, con el rosario en una mano y un bastón en otra caminaban lentamente hacia el lugar sagrado.
Vi que a cada paso se transformaban en algo.
Parecían aves, algunas me parece que llevaban dos implantes.
Parecían gallinas, pero no estoy muy seguro.
Pude percibir que una le dijo a la otra en secreto al oído:
- “ Que lindo debe ser volar yo de chica siempre quise pero, no me dejaron” y continuo su caminar rápido hacia el templo. No quería que nadie la viera, ni supiera de ella.
El gallo exégeta, espero que llegara la ultima “gallina” y comenzó la plegaria, en la solitaria Iglesia. El silbido del tren apuro rápidamente mi andar.
Leandro
19/02/11
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